viernes, 25 de febrero de 2011

Amor de Simón

Parece que Simón se sentía bien ayer. O no sé, igual se lo veía un poco triste, pero su rostro estaba más compuesto. No tenía la expresión de silente furia que le vi el otro día, cuando estuve a punto de no grabarlo por miedo a que me tirara una piedra. No sé, el alma de los poetas es cambiante. Y es el alma de Simón la que habla, no él. Ayer, mientras cocía un género destinado a convertirse no sé en qué clase de prenda, se quedó pegado mirando el horizonte, como siempre, y dijo:



¿Cuál es el absurdo del que hablan tus ojos?
¿Cuál es la armonía de que canta tu rostro?
Maldita manía de hacer todo difícil
y terminar clamando la sensatez del tiempo.
Hablaré con palabras de carne y de beso;
hablaré de los prodigios de un amigo olvidado,
y vendrás a mirarme como se mira a un muerto
brincando, celosa, sobre un vestido blanco.
Hablaré con pasión, pero con desencanto,
contando las proezas de tu amor entero.
Te transformarás de pronto
en una lengua de fuego,
y arderás con violencia, como yo,

cuando te veo.



Me quedé pensando un rato si quizás Simón inventa sus poesías inspirado en algo que le está pasando. Lo digo porque, justo en la última frase, se quedó mirando a una niña bastante bonita que pasó caminando por el parque. Eso habría terminado mi idea de que es el alma de Simón la que habla, no su mente, que no hay nada en sus versos que no sea improvisado, que no nazca del momento, sin elaboraciones. Pero no. La niña bonita pasó y el único que se quedó mirándola fui yo. Hasta se me olvidó apagar la grabadora. Simón se quedó mirando el parque unos segundos, y luego volvió a cocer. Salí de mi lapsus y, casi sin quererlo, me despedí de él. No me respondió de vuelta, pero no me importa. No tiene por qué.

martes, 22 de febrero de 2011

Arrebatos de Simón

Hoy por la tarde Simón estaba más molesto que de costumbre. Estaba sentado como siempre, mirada perdida en el horizonte, pero con el ceño fruncido y sin expresión en su rostro. Era una verdadera roca. No quise acercarme mucho, porque parecía peligroso. Tenía ambas manos apoyadas en las piernas, y los puños cerrados, como tratando de asfixiar algún recuerdo. Seguramente eso era. Hablaba más fuerte de lo habitual, así que no tuve problemas en escucharlo; como me di cuenta de que podía perder versos por estar escribiéndolos, lo grabé en mi celular y listo. 
Creo que Simón no está sentido con nadie en particular. Creo que el alma de Simón le dice que debe estar molesto de repente, pero no sabe bien por qué, y con quién. No dudo que alguna mujer le rompió el corazón en un pasado, cercano o lejano, no lo sé (no me atrevo a adivinar la edad de Simón, parece tener más de cincuenta, pero perfectamente podría tener menos de treinta. La vida a veces nos hace envejecer más rápido). Quizás ni siquiera cree en el amor. Ya sé que se transformó en un cínico. Sólo me es claro que su alma a veces se atormenta, y vomita cosas que probablemente no entiende. Bueno, hoy pasó eso. 


Si hubiera un abismo, es cierto,
te diría que te fueras
saltando como una mariposa.
¿Eres feliz? ¿Te gusta el aire?
Oyes una canción de los Smiths
mientras salpicas indiferencia.
No tienes nada más que hacer.
Hablamos por ignorancia,
tenemos sexo sin protección.
Eres una bazofia.
No te quiero en mi vida.
Salimos de la basura como una cucaracha negra.
No hay más que decir.
¿Hablas tú, o hablo yo?
Porque esto no sale de mí,
son palabras tuyas que se retuercen
como entrañas de cerdo.
Se parará una mosca en tu boca
por el olor a mierda,
y sabrás lo que es bueno un día,
cuando despierte
y al fin te vea.




Se quedó callado Simón, sin parpadear, sin respirar, por un tiempo que me pareció eterno. Pensé que se había muerto, paralizado. Pero de pronto pestañeó y comenzó de nuevo a moverse, como si le hubieren apretado "play". Se paró sin mirarme y salió caminando hacia el parque. Creo que vio a Elvis sacando basura de un tacho. Elvis es un perro ya grande, pero sirve de espantapájaros. Anda mucho vagabundo robando hoy en día.
Bueno, al menos sé que Simón tiene nociones musicales. Quizás hasta tenga mi edad. No me extrañaría.

Breve historia de Simón

Y sí, Simón es un tanto extraño. Creo que en algún momento fue un romántico empedernido, cuando pensaba que se enamoraba de cada mina que conocía. Probablemente estuvo enamorado de todas ellas, aunque ninguna finalmente fue suya. Sólo una tuvo la suerte y la desdicha de transformarse en el objeto de sus eternos cariños, y el cariño no fue eterno, no, no. Duró bien poco, en realidad. Así que Simón se volvió cínico y no creyó más en el amor. O al menos eso es lo que entiendo.
Simón se para en la esquina de Bustamante con Pedro Bannen y recita poesías todo el día. Uno se acerca a él y parece que estuviera hablando solo, musitando algo que apenas se oye. Pero si uno se acerca, puede darse cuenta de que lo que sale de su boca es poesía... no sé si propia, o ajena, no sé si previamente escrita o engendrada de la nada. Me senté el otro día a su lado y Simón, totalmente ajeno a mi presencia, siguió hablando, mientras zurcía un chaleco que seguramente se había encontrado en la basura. Así que me puse a tomar nota:

Quiero salir de noche
solo,
salir como una calle vacía
que se llena de luz.
La sonajera indolente de estas calles
estremece el silencio como las penumbras
en este rincón.
No sabrás que te quiero hasta que te lo diga,
ni sabrás que te amo sin una lucha.
Hablaré de ti como de una tormenta
o un terremoto.
No serás ni disparo ni escarmiento.
Gritaré sin temor a que me escuchen,
golpeteando en el muro de mis lamentos.
Allá vienes, camión de sonrisas
secas todas, como jardín de espinas.
Me cubrirá el cerebro aquella brisa
que sale de tu pecho, matutina
para hablarme de amores, de ilusiones,
para helarme el alma.
Para helarme el alma.


Uf, dije, para mí, cuando al fin se quedó callado. Pero ni siquiera se inmutó. Siguió cociendo su chaleco como si nada. Le tiré una moneda en el tarro y me alejé. Seguramente lo veré mañana, cuando vaya al supermercado. Estará musitando algo nuevamente, con la mirada perdida en alguna tarea doméstica. Creo que es su alma la que habla. No sé si hace sentido. No sé si debe tenerlo.